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La emanación de Dios en el judaísmo: Un viaje a través de la teología y la cosmovisión judía

Para entender la "emanación de Dios" en el judaísmo, primero tenemos que hablar de Dios mismo. Los judíos creen en un solo Dios, que es único e indivisible. No hay otros dioses, ni partes de Dios. Es el creador de todo, el gobernante del universo.

Ahora, la "emanación" es como una forma de explicar cómo Dios, siendo perfecto e infinito, puede estar conectado con el mundo que creó. Es como si Dios fuera un gran río y el mundo fuera los muchos arroyos que fluyen de él. Estos arroyos no son Dios mismo, pero sí provienen de él, y llevan una parte de su esencia.

En el judaísmo, la idea de la emanación es más compleja. No se trata de que Dios se divida o se fragmente. Es más como si Dios "brilla" en el mundo, como el sol que ilumina la tierra, pero sin dejar de ser el sol.

Esta idea viene de la Cábala, una tradición mística judía. La Cábala habla de diez "sefirot", que son como diez emanaciones de Dios. Cada sefirá representa un atributo divino, como la sabiduría, la compasión, la fuerza, etc.

Para entender estas ideas, hay que pensar en ellas como metáforas. La "emanación" no es algo literal, sino una forma de hablar sobre la relación entre Dios y el mundo.

En resumen, la emanación de Dios en el judaísmo es una forma de explicar cómo Dios, siendo perfecto e infinito, puede estar presente en el mundo sin dejar de ser único e indivisible. Es una idea compleja y llena de simbolismo, que se puede entender mejor a través del estudio de la Cábala.

Etiquetas: #Judaismo

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